Ese pequeño coche que me lleva a trabajar a toda prisa sin dejarme casi respirar, ese que me trae del trabajo sin frenar por las ganas de coger el sofá, o el ordenador o un libro. Todas las prisas que siempre me llevan en ese trasto con ruedas dejan paso a la calma de la noche, al relax, a la tranquilidad, tranquilidad que me lleva a donde estoy ahora. En mi habitación, en mi cama, en ropa interior con el ventilador apuntando a los pies, con el portátil sobre mi, escribiendo algo que se que no le va a gustar a nadie, pero al menos escribo algo para entretenerme. Creo que volveré a escribir así, es la primera vez que lo hago y es demasiado cómodo y gratificante.
En cuatro horas me despierto para currar.